"Demasiados siglos de latifundio, caciquismo y terratenientes para lanzarse a los brazos de sus hijos."
Parece que este es el sentido oculto que guardan los andaluces y las andaluzas que, en unas elecciones como las del pasado domingo, han aflorado en las urnas de Tartessos.
Que el Partido Popular ha superado al PSOE es una evidencia absoluta. Pero ante el caciquismo, de 30 años gobernando la administración con todo lo que ello supone de trapicheos e influencias, el grupo de Arenas se esperaba una victoria absoluta que no les ha llegado.
Empezemos por poner los datos sobre la mesa:
Votantes - 6.287.170 (100,00%)
Abstención - 2.352.973 (37.42%)
PP - 1.567.207 (24,93%)
PSOE - 1.523.465 (24.23%)
IU - 437.445 (6.96%)
Otras opciones - 406.080 (06:46%)
Y, comentémoslos un poco:
Como podemos ver, la masa abstencionista, la tan ignorada sombra negra, ha vuelto a ganar unas elecciones, y últimamente eso pasa mucho y a mucha más distancia del partido con más sufragios recogidos.
Sé que, como en otras ocasiones, la ceguera de los partisanos (gente que vive en el actual sistema de partidos y que admira al supuesto poder que alcanza gobernando, dando la espalda a la ciudadanía) no les dejará ver la orfandad política que este dato lleva implícito para sus legítimas aspiraciones.
Los entendidos, politólogos sistémicos y compañía, me dirán que la abstención tiene causas múltiples y que esta visión es reduccionista. Pero, perdonadme el atrevimiento de decir que, la abstención, tiene dos únicas causas: la falta de cultura (= educación) política democrática - y esta parece que no se quiera solucionar - y el cansancio (o rechazo) ante la opción democrática consolidada por el marco constitucional pactado por las élites de este Estado - y desgraciadamente de ésta se habla, pero a ver quién es el guapo que, llegado al Gobierno, cambia las reglas que lo han hecho legalmente poderoso -.
Seguimos:
Más del 50% de las personas llamadas a votar no han caído en la trampa bipartidista impuesta por la normativa electoral antes mencionada. Y eso que, en estas elecciones, todo se reducía a una batalla entre rosas y golondrinas, las dos mayorías que el franquismo nos ha dejado. Y eso dice mucho a favor de la gente llamada a votar.
Concluimos:
El mensaje andaluz viene a reforzar lo que viene sucediendo en las últimas confrontaciones electorales:
o democraticemos la democracia, o el divorcio entre los partidos y la sociedad crecerá tanto que los gobiernos sólo servirán para autogobernarse e incrementar los cuerpos de seguridad, dedicados a hacer cumplir unas leyes que estarán carentes de toda legitimidad. Con los riesgos que este hecho pueda comportar ... ¿o hay que hablar de los # fetsBesòs, de Manresa, de Toulouse o de la rabia desbocada ayer mismo por las calles de Barcelona para certificar el declive del modelo democrático liberal?
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