[Entrevista realizada por José
Casulleras Nualart para vilaweb.cat - Traducción al castellanodel autor del presente blog]
Foto:Irene Serra |
Kilian Jornet se ha hecho mayor. No es que haya
envejecido, ni mucho menos. Pero se nota que ha madurado, que no es el mismo
corredor excitado y sediento de victoria y ansioso de reventar récords de las
carreras de montaña más exigentes del mundo. Esto ya no lo llena, sus sueños
han cambiado. Él mismo explica que hace seis años o siete era más temerario que
ahora, y que se había metido en situaciones de riesgo innecesario. Ahora
técnica y físicamente está más preparado, y continúa afrontando el riesgo, porque
forma parte de su actividad, de su profesión y es parte intrínseca del deporte
de montaña; pero lo mide más y, a menudo, da media vuelta y vuelve. Porque ha
tenido miedo. De sueños, tiene otros, y la ambición la mantiene intacta.
Acaba de presentar el penúltimo filme del proyecto
'Summits of my life', muy diferente a los anteriores. 'Langtang', dirigido
también por Sébastien Montaz-Rosset, es, tal como explicaba Julia Tercero en la
crónica de la presentación, una especie de dietario de su experiencia en Nepal
justo después del terremoto del 25 de abril pasado. Pero ahora la meta no es
una cima, sino el proyecto humanitario que desarrolla y que aún tiene
continuidad. De la intensidad de la vivencia sobre el terreno, ha surgido otra
iniciativa: la recaudación de dinero para construir 116 casas en una de las
zonas más devastadas. 'Y de eso empezamos a hablar con Kilian Jornet. Hablamos
por teléfono; está en el Valle de Arán, donde prepara la copa del mundo de
esquí de montaña. Cuando hablas con él tienes la sensación de que le conozcas de
hace mucho tiempo.
- En 'Langtang' no corres para superar un récord, sino para tratar de ayudar en medio de una tragedia.
- Es muy diferente, sí, porque no íbamos allí a
filmar esto. No íbamos preparados. Fuimos grabando lo que veíamos sobre la
marcha, nos preguntamos qué hacíamos de todo aquello, y lo editamos de la mejor
manera posible.
- El terremoto fue justo
antes de partir hacia Nepal para ir al Everest, ¿no?
- Sí. Uno de los compañeros de nuestra expedición
ya estaba allí. Y el día antes de volar nosotros sucedió el terremoto. Pero no
sabíamos exactamente la magnitud de lo que había pasado. Y fue durante el viaje
hacia allí que nos iban informando de cuál era la situación, cuántas víctimas
había, cuál era la afectación. Y cuando llegamos allí ya no pensamos en la
montaña. Jordi Tosas conocía mucha gente en el valle de Langtang, y yo había estado
allí dos años antes. Sabíamos que era una de las zonas más afectadas y
decidimos ir directamente.
- Con un material de grabación
muy diferente del que habíais utilizado en los filmes anteriores.
- Llevábamos material de grabación para ir al
Everest, pero cuando nos encontramos con todo esto, no podíamos cargar tanto
peso, teníamos que actuar rápido y tomamos sólo un par de GoPros, otra cámara
bastante ligera y un objetivo. Cogimos el mínimo, para qué no nos perjudicara para
movernos y poder documentarlo todo.
- Grabáis imágenes muy crudas de la devastación,
en plano subjetivo, y lo contrastais con imágenes de poco antes de la tragedia.
Impresiona.
- Es la manera de hacer entender lo qué ha pasado:
que se vea que la gente antes sonreía y ahora ya no. Creo que Seb
[Montaz-Rosset] ha hecho un trabajo muy bueno para mostrar que había pasado
cuando fuimos allí, y sin ser sensacionalista. Había imágenes muy duras que
vimos y que no utilizamos, porque no era necesario. Sin entrar en detalles como
estos se podía explicar la dureza de lo que pasó.
-Cuando estabais por allí no
sabíais que os encontraríais ni qué podríais sacar de aquella grabación.
- Tuvimos claro que queríamos ir a ayudar a
Langtang. Sabíamos que había mucha gente muerta, y decidimos entrar, hacer el
trabajo que pudiéramos para reconocer cuerpos, enviar información a las
embajadas y colaborar con los equipos de rescate. Nuestra idea era hacer cosas
y la grabación era más secundaria. Cuando nos acordábamos de ella, nos poníamos
la GoPro en la cabeza y grabábamos lo que podíamos.
- Parece que estuvisteis en
peligro, que os jugasteis la vida intentando llegar a según qué sitios.
-Tanto como jugarnos la vida, no. Sí que había
lugares que eran peligrosos. Pero, vaya, íbamos al Everest, por lo que la cuota
de riesgo ya la teníamos asumida.
-Pero las autoridades os
avisaban constantemente de este peligro.
- Sí, hubo momentos de riesgo. Hubo deslizamientos
de piedra, yo me rompí una costilla y hubo momentos en que veías que el peligro
había pasado muy cerca. Al final, también debes saber hasta donde puedes subir
y hasta donde te puedes arriesgar, hasta qué punto vale la pena llegar. De
hecho, había un lugar donde queríamos ir y no llegamos porque vimos que todavía
había aludes. Quiero decir que estamos acostumbrados a los terrenos de montaña
donde hay avalanchas, donde hay peligro, y ya íbamos preparados para no asumir
riesgos sino a intentar evitarlos.
Kilian Jornet y Jordi Tosas, en Nepal esta pasada primavera |
- A menudo hablas de saber
convivir con el riesgo, y saber medirlo en cada momento. Encontrar el
equilibrio debe ser la clave para sobrevivir haciendo lo que haces.
- Sí, es la clave; saber renunciar, saber ser
honesto contigo mismo. No humilde, sino honesto. Saber decir “tengo estas
capacidades físicas y técnicas y tengo esta experiencia, y la montaña me
presenta este reto”. Y tienes que decidir si vale la pena o no. Y hay una parte
subjetiva que es muy grande: hay días que llegas a un lugar y dices “hoy, lo
siento, pero no puedo”. Y otro día que llegas al mismo lugar con las mismas
condiciones y sí que puedes, por una cuestión emocional, por el momento de la
vida que atraviesas, por el miedo que tienes. Todo afecta. Y por ello el
equilibrio es difícil de encontrar, porque hay en juego muchas cosas. Tienes
que saber renunciar muchas veces. Siempre digo que la mitad de las veces que
voy a la montaña me he vuelto para atrás, porque sientes que no es el día o que
las condiciones no están.
- ¿Recuerdas algún caso
concreto en que hayas tenido que dar la vuelta?
- Sí. En escalada, por ejemplo. Yo no soy
escalador. Y haciendo vías sencillas sin cuerda, vías que he hecho antes, me he
encontrado que tras diez metros, sentía que no estaba bien, que no estaba
concentrado, que tenía miedo. Y daba media vuelta. Vas a un lugar y todo es
perfecto, pero hay algo que sientes que te hace decir que no. Mira, hoy hemos
ido a hacer una cumbre aquí en el Valle de Arán. Hemos llegado, y, a media
pared, ya hemos visto que había algo que olía mal; había una cantidad de nieve
que nos hacía pensar que quizá pasábamos, o que tal vez no. Y otra vez que
hubiera ido motivado al cien por cien y con ganas habría decidido tirar para arriba,
y quizás deberíamos haber pasado y no habría habido ningún problema. Pero
estábamos allí y nos hemos dicho que quizás no valía la pena porque con un
resbalón nos podríamos haber matado. En otro momento de mi vida, seguro que hoy
habría dicho 'pasamos'.
- Seguro que te marcó mucho
la muerte del Stéphane Brosse, a tu lado.
- Sí. Precisamente después del accidente que
tuvimos hice cosas que ahora me doy cuenta que no tendría que haber hecho. Me
la jugué. Y en ese momento no lo veía. No veía que afrontaba un riesgo que hoy
quizás no afrontaría.
- ¿En el momento del
accidente?
- No, no. En el momento del accidente fue mala
leche. Habíamos estado una semana antes, había una cornisa muy grande, y se
alinearon una serie de factores que desencadenaron el accidente. Pero los seis
o siete meses después sí hice actividades en las que me arriesgué. Acaso hoy
las haría, pero ahora mi nivel es más alto que entonces. Cuando haces
actividades sin cuerda, o solo, tienes que encontrarte en una zona de mucho
confort; no puedes ir a encontrar tus límites cuando haces una actividad solo.
Y en ese momento hice actividades solo muy al límite. Pero entonces no lo veía
de esa manera.
- ¿En qué se
diferencia aquel Kilian Jornet de hace cinco o siete años , que maravillaba el
mundo ganando todas las carreras de montaña que se proponía, del de hoy?
- De entrada, con los años, vas aprendiendo cosas,
te vas metiendo hostias. En aquella época estaba mucho más excitado por ganar
carreras. La primera vez que ganas una carrera importante tienes una emoción
muy grande, y hoy en día ganar otra UTMB o alguna otra carrera así pues está
bien, pero no me aporta personalmente una emoción muy grande, y la tienes que
buscar en otro sitio. Cuando repites mucho ya controlas, ya dominas, pero ya no
aprendes más. Por eso he tenido que cambiar las motivaciones, y ahora hago más
montaña. Tenía una lista de carreras y de objetivos que quería conseguir y
pensaba que quizá algún día conseguiría, cuando tuviera cuarenta años. Pero
cuando lo has conseguido todo antes te quedas vacío de sueños, y tienes que
buscar otras motivaciones. El peligro de soñar es que si te sales te quedas sin
sueños.
- ¿Cuáles son
ahora tus sueños?
- No me gusta mucho ponerme grandes objetivos e ir
haciendo el día a día. Me gusta levantarme y pensar que tengo este pequeño
proyecto para hoy o para mañana, hoy esta línea, mañana aquella carrera, ...
Evidentemente que hay grandes proyectos, como el Everest, donde volveremos
seguramente el próximo verano. Y este invierno sigo compitiendo en la copa del
mundo de esquí de montaña. Y quiero intentar ganar algunas carreras, pero sin
el ansia aquella que tenía hace seis o siete años, que quería ganar la copa del
mundo. Ahora si la gano, bien, y si no, mala suerte. E ir aprendiendo en el
terreno personal. Ahora conozco muy bien mi cuerpo, cómo reacciona al
entrenamiento, y sé si algo es realmente posible o no. Pero eso no me pone
ningún desafío por delante, y en cambio sí que me pone retos la escalada, el
alpinismo, e ir aprendiendo haciendo cosas nuevas, cosas que antes no podías
hacer.
- ¿Has pensado
cuando llegará el momento que tu cuerpo te dirá que ya no puedes ser tan
competitivo?
- A ver, tenemos a Urban Zemmer con cuarenta y dos
años y siendo uno de los mejores en el kilómetro vertical, en carreras que
duran media hora. Creo que hasta los treinta largos la gente rinde muy bien.
- L'Agustí
Roc, por ejemplo, uno de tus maestros.
- Sí, Agustí, claro. Hasta bien entrados los
treinta estuvo a la cabeza. Hasta los treinta y seis o treinta y siete en carreras
de montaña se puede rendir muy bien. Y en esquí de montaña hay gente que gana
con treinta largos. Otra cosa es la motivación. Yo ahora mismo hace quince años
que compito en esquí, y diez o doce en carreras de montaña. Son muchos años haciendo
las mismas cosas. Y me motiva igualmente porque al final una carrera es un muy
buen entrenamiento.
- Y después del Everest, ¿qué?
- Cuando subes una montaña, detrás ves un montón más
que también quieres subir. De proyectos e ideas hay. Cómo hacerlo y cuando ya
lo veremos más adelante.
- ¿Te da pereza hablar de
política?
- No, no. No hay problema.
- Lo digo porque hay gente a
la que empieza a darle un poco de grima el tema.
- Sí, pero como yo vivo un poco más aislado, ...
- ¿Cómo ves la situación
política hoy en día?
- Es complicada, tanto la nacional como la
internacional. Yo ahora vivo en Francia. Y al final el Frente Nacional no ha
conseguido ningún gobierno regional, pero qué la extrema derecha suba tanto ...
Y ¿en España? Que un partido como Ciudadanos suba tanto, si es la derecha. Y
que el PP, con todo lo que ha hecho, continúe al frente de las encuestas, es
preocupante.
-¿Por qué piensas que en
Francia hay tanta gente que se decante por el Frente Nacional?
-Yo creo que hay miedo. Y que la gente está cansada de la política en general, y tal vez por ello partidos como Ciudadanos y Podemos suben mucho. Y también por eso creo que sube el Frente Nacional en Francia, donde también habrá afectado bastante los atentados de París. Y la educación de hoy en día se basa mucho en aprender cosas, pero no en abrir la mente, ver mundo, descubrir cosas diferentes. Y a los políticos ya les interesa tener gente que se prepare para un trabajo y que sea capaz de hacerlo pero sin espíritu crítico. Si todo el mundo tuviera mucho dinero entendería que ganará el PP o Ciudadanos, pero no es el caso. Si lo extraño es que no haya una revolución.
-Yo creo que hay miedo. Y que la gente está cansada de la política en general, y tal vez por ello partidos como Ciudadanos y Podemos suben mucho. Y también por eso creo que sube el Frente Nacional en Francia, donde también habrá afectado bastante los atentados de París. Y la educación de hoy en día se basa mucho en aprender cosas, pero no en abrir la mente, ver mundo, descubrir cosas diferentes. Y a los políticos ya les interesa tener gente que se prepare para un trabajo y que sea capaz de hacerlo pero sin espíritu crítico. Si todo el mundo tuviera mucho dinero entendería que ganará el PP o Ciudadanos, pero no es el caso. Si lo extraño es que no haya una revolución.
-En Cataluña hay el
independentismo.
- Sí. Y mucha gente se ha hecho independentista
porque ¿quién quiere estar en España? Cuando ves todas las leyes que se han ido
aprobando, ... Se lo comentaba a mi
compañera, que es sueca, y no se podía creer una ley como la ley mordaza, o la
ley de política energética. No lo entendía, viniendo de un país donde las
derechas hacen políticas sociales más avanzadas que las izquierdas de aquí. ¿Quién
se quiere quedar en un lugar así, cuando hay tanta falta de respeto? Yo no soy
independentista ni nacionalista de ninguna parte. Yo seguramente sería más bien
anarquista. En un mundo ideal, la política no debería existir. Pero en un mundo
como el de hoy, si España retrocede democráticamente, haciendo leyes
retrógradas, ¿quién se quiere quedar?
- ¿Votaste sí el 27-S?
- Sí, voté por una opción independentista.
- Sí, voté por una opción independentista.
- ¿El 20-D
votarás?
- No. Ahora estoy en el Valle de Aran y después
tengo que irme a Francia, y era un lío tener que ir a Puigcerdà para pedir el
voto por correo, y no podía ir. Y, aparte, tampoco ... [resopla]
- No te motiva mucho,
¿verdad?
- No, no mucho. Y vivo fuera. Las cosas de aquí sí que me afectan, porque mi empresa sí que trabaja en España, pero yo vivo en Francia.
- No, no mucho. Y vivo fuera. Las cosas de aquí sí que me afectan, porque mi empresa sí que trabaja en España, pero yo vivo en Francia.
- En 2012 pediste el voto
para Iniciativa.
- No pedí el voto, pero sí que me gustaba el
programa que tenía. Y ahora mismo la CUP me parece un partido muy interesante,
y me gusta que hayan logrado tener tanta fuerza.
- Sientes afinidad por ellos.
- Sí. Desde un punto de vista de políticas
sociales siento más afinidad por ellos. Por lo qué a Iniciativa se refiere, ha
habido un cambio tan grande en los últimos cuatro años, que ha explotado todo.
Han salido tantas opciones y diferentes, ... y ahora tiene que haber una
estabilización, qué se puede hacer y qué no, qué es papel mojado y qué es
factible.
- O sea, que el 27-S votaste
la CUP.
- Sí. Dudaba mucho entre la CUP y Junts pel Sí, de
quien me gustaba el programa social y tenía a Raül Romeva, que es un político
que ha hecho cosas muy interesantes. Pero yo votaba en Girona, y preveía que
Junts pel Sí ya tendría suficiente fuerza. Y pensé que era mejor votar a la
CUP. Si hubiera votado en Barcelona quizás habría votado Junts pel Sí.